Carta de Juan Arbaiza Mendosa, 1540

 

Carta de Juan Arbaiza Mendosa, 1540 [1]


  


Mi señor padre, le escribo deste fin del mundo, del cual no regresará su sangre, le encomiendo a vos no mostrar destas letras a nadies, que los hombres celosos de la doctrina de la fede[2]  la podrían mal confundir con herejía y mal decir de la devoción de nuestro pueblo, que como qéste hace poco conoció la verdad de Jesús volvedor de la muerte[3] y por qué le revelaré  cosas que no estamos permitidos de contar sobre la conquista destos reinos del Perú, y en especial de la muerte su rey Ataw Wuallpa, cuya confusión de nombre es la primera de muchas mentiras que nos han obligado el Marqués[4] a decir sobre el asunto  de Caxamalca[5] y de la muerte de su rey y de su extraña idolatría de señores muertos y renacidos que fueron sus aliados.



Dicho rey esta agora emparentado de nosotros, o lo estaba pues yace muerto, aunque como le he de contar destos incas no mueren del todo. Ha de saber que el Marqués no se hallaba conforme

del amancebamiento con las indias que

hacianos uso, y de la vida haragana y libre que traíamos, instado del señor padre Valverde nos indicó tomar esposas de las lugareñas, como el mismo fizo de una hermana del Sapa Inca Ataw Wuallpa, doña Inés Yupanqui. A razón de mi valor me hizo merced de casar con doña Isabel, una delas hijas que tuvo Ataw Wuallpa con la reina Paccha, es della que con los años he venido a entender lo que paso ese día del que dicen qestos indios fue que se fodió el Perú, y de la extraña magia que tuvimos que enfrentar, y para vencer, usar, ese fatídico día de la toma de Inca para después matarle. A ella la trajo Benalcázar de los Yumbos, donde hallábase en unión de su madre, que había huido rescatada ahí por un bravo hombre llamado Rumiñahui, junto con otros sus hermanos a Riobamba, en donde los entregó a Almagro para que los condujera al Cuzco y los llevara a Pizarro. Los frailes dominicianos fueron los verdaderos y únicos protectores della y reclamaron para ella la protección del Rey, huérfana vivió de la caridad de fray Domingo de Santo Tomás, aunque ella insistía en que sus parientes no estaban muertos, incluso decía desto de sus antepasados.

Fray Domingo escribió al marqués así: “… tenemos una hija de Atabalipa[6], que no tiene con qué se sustentar y débele V. M. dar con que pueda casarse y casa”,  ansí ya es mi señora y llevamos casa y hacienda en la


Ciudad de los  Reyes, es naturalmente aseñorada y grave, afable en su trato, y tan gallarda y decorosa en sus maneras, que manifiesta en todo la nobleza y dignidad de su familia, sabe ella yo participe dela captura de su padre y con las astucias dellas mujeres, cuya raza debe sobrevivir sin pelear y sin hablar, ha sabido averiguar todo dese día crucial, sin preguntarme nunca directamente fechos que yo le contaré, pues de dicho día solo mentiras han circulado y por ser solo dicho lo más fantaseado y cosa que nunca fue. El día anterior a la captura del inka, varios signos revelaron desta fecha como funesta y mala. Grandes aves sobrevolaban los cerros como presintiendo la muerte que ahí sería honrada.

 A estos animales viles semejantes al buitre, pero 10 veces luengos y tan carroñeros como destos, los vide que olían el olor de la muerte y el miedo delas víctimas.

Destos cerros estaban colmados de campamentos de guerra y ruidosos gritos nos traía el viento, acampaban junto nuestro y con un mismo miedo nuestros aliados, los cañares, y chachapollas, y huancas y caracáras, pueblos avasallados por los cuzqueños delos que ansiaban liberarse. Aunque creo se unieron a nosotros más por miedo que por valor.

Sin ese miedo dellos no se habrían conquistado estas tierras de las nuevas indias. El miedo destas gentes nos recordó lo que dijeron el Almirante[7] y Cortez en las tierras de la Española y mexicas, su blandedad de carácter fizo más fácil la conquista deste memorable y gran reino del Perú.

Vimos algunos indios venir por los cerros y por las caprichosas calles de piedra que parecíanos un desordenado laberinto por el que subían y bajaban questos indios lentos y maltrajeados y aparentemente ebrios.

Fue de esta ocasión que el marqués hizo partir a un indio cañare a alcanzarles y ver quiénes eran. En el miedo de su cara se vio que mal negocio que habían hecho al unírsenos, porque lo que debe el criado a su señor es su vida.


No regresó una vez se partió, y no pudimos ver en la penumbra que fue del, pero espantosos gritos vinieron de donde había apuntado su rumbo en la oscuridad.

Vimos unas figuras rodeándolo, mandados del Sapa inca hasta nosotros. Mandámos más aliados, a ver que eran, que para eso es el destino de los cobardes. En la oscuridad no vimos que volvieran y otra vez llantos y gritos y luego silencio.

El marqués hablo conmigo y otros soldados, mandónos ir a ver y encuentramos al indio muerto a mordidas, las dentelladas no eran de bestia sino humanas, así pensamos enfrentábamos con antropófagos como los que narro Magallanes, en su visita a Perú[8]. La oscuridad de la ciudadela nos pareció un laberinto con minotauros ediondos y caníbales, y cada vez estaban más cerca. Cada media hora mandábamos un indio y nunca volvía, luego hallábamosle comido a mordidas y con la cabeza despedazada con golpes de piedra.

Habíanos dejado un caballo muerto en el camino, creímos sería devorado por esos indios muertos vivos, pero vimos bajaban volando esa horribles aves, esas bestias aladas, cóndores diz, pero para nuestro horror, a la luz de la luna-bocabajo deste hemisferio, vimos cómo sus plumas podridas apenas cubrían sus huesos que se traslucían debajo del plumaje, sus carnes perforadas y sus ojos huecos  o podridos, el cadáver del caballo parecía más vivo questos, luego estas aves remontaron vuelo a las alturas de la noche[9], donde el viento helado de esas punas se metía por sus cuerpos carcomidos.

Regresamos al ver la horda ya muy cerca, así que el marqués tomo decisión de encerrarnos hasta el siguiente día de la batalla. Una vez sellada toda puerta esperamos pasar las horas. Todos murmuraban, pedí a Martinillo espíe y traduzca lo que susurraban nuestros aliados. Ellos decían que el Sapa Inca tenía ciertas magias que lo hacían invencible, ciertos seres que apoyaban al tirano rey quechua, dígase hombres sin alma y medio muertos o medio resucitados, que les servían en la guerra y que eran adorados en huacas, a qestos les temían nuestros “aliados”, dígase esto con poco rigor de la palabra, solo acaso las mujeres que casaron con soldados o los curacas algo lograron desta traición a sus tierras, y es justo decir que solo casamos con las hijas delos incas no con las de sus pueblos vasallos, que nos sirvieron y que han mordido el premio flaco de los traidores que es la servidumbre. Como han contado así los hombres de Cortez, en esos lejanos reinos mexicas: “El fantasma de una mujer muerta-viva llora por sus hijos que antes ella mató, esos hijos son el pueblo americano y ella es esa generación más hembra que macho que entrego sus tierras a nosotros y que ahora llora su servidumbre”.

Sucedió que esos enviados llegaron a las puertas, sus golpes y arañazos, aunque débiles se juntaban a los lejanos sonidos de guerra, semejantes al grito de mil leones. Al día siguiente seríamos vencidos y devorados vivos.  El marqués mando a un príncipe chachapolla nos contase más.

Con ayuda de Martinillo contó un raro relato, su lengua no parecía contener las letras y consonantes castellanas ni las nuestras, así como al revés hablaban estas gentes:

Ellos. Momias vivas tienen. Nosotros momias, pero de muertos, muertos. Los incas no mueren cuando sucumben, sus momias están encofradas y amortajadas de lienzos para evitar se salgan de sus tumbas, pero una vez al año los incas los liberan de sus mortajas y bajan a recorrer sus pasados reinos. Y el ejército de los incas es de vivos y de muertos también.

No entendimos nada así que interrogamos a un muchick de Tumbez, hombre de una raza diferente al de los ingas, de evidente machorrez y virilidad, pero ansí también temía a los quechuas no por sus vivos sino por sus muertos: El ejército inca usa de esos renacidos para acabar con sus enemigos, luego los vivos usan sus macanas de piedra para romper la cabeza de los vencidos.

Cundió el miedo entre la tropa. Los esclavos baltz[10] y nicaraguas que trajimos exclamaban en su lengua afrika, parecían reconocer la naturaleza de aquellos engendros y se asombraban de hallarles tan lejos de sus tierras. Cada relato incrementaba nuestro terror, el marqués ordenó dejemos de preguntar para no terminar de destruir nuestro ánimo.

El mismo cura estaba pálido de terror, levantó la imagen de nuestro muerto-resucitado, y empezó la liturgia: muerte nada eres, tu nos libraste señor… Tu venciste a la muerte Jesús cristos sálvame ad ore leonen… Así dijo y más cosas en dicha lengua de curas y abogados y sus manos temblaban.

La meza[11] del padre Valverde no logró que recobraremos la calma, mientras rezábamos muchos orinabanos encima, e yo mismo, no me avergüenza confesarlo luego de haber sobrevivido deste horror. El sermón insistió en la resurrección y en la vida después de la muerte para infundirnos valor, y milagrosamente algo en esas santas palabras conjuró a los seres que golpeaban las puertas, pues detuvieronse o quedaronse quietos a la espera que al amanecer saliésemos.

Ya de día, desvelados de terror llegamos a la plaza resignados a una derrota inminente, viviríamos un terror no conocido en Europa, Pizarro dispuso que Pedro de Candía se colocase en el tambo real, con ayudas de infantes y falconetes y trompetas. Los demás escondímonos, fue el día más largo de mi vida, a las cuatro llego Ataw Wallpa con 20.000 hombres, moriríamos, sí, dormiríamos en suelo ajeno pero un día nos levantaría el señor, pues Jesúscristo venció la muerte… Su litera era muy rica, los maderos cubiertos de plata y muchas piedras de esmeraldas y turquesas finas; la cual traían ochenta señores en hombros; todos vestidos de una librea azul muy rica; pero la piel naturalmente cetrina destos hombres se veía gris, y tenían un olor nauseabundo, tal hedor contrastaba con el lujo del Inca que nos deslumbraba, forrado de plumas de papagayos de muchos colores y adrezado de oro.

Primero atacaría los nicaraguas y angoleces, luego la tropa de guerreros cañares y luego los otros aliados. Pero los negros habían reconocido la naturaleza sobrehumana destos guerreros cuzcos y ni a golpes pudimos haceles entrar en batalla, Pizarro envió entonces a los aborígenes, estos aterrados pero obedientes, cosa que les costó su vida, entraron más a morir que a atacar, el grupo que rodeaba al inca se movía lento, pero los atacaron a mordidas y se aferraron con huesudas manos, desesperados de hambre, despedazando a los cañares, los chachapóllas, y huancas, todos yanaconas, con una glotonería de horror, gritaban destos  de ser devorado por muertos. Luego los incas vivos avanzaban a destrozales la cabeza. Pizarro palideció al ver que no ganaríamos. Pero mando de último a los calacáras. Muertos fueron como todos nuestros aliados, y ansí entramos nosotros a la guerra.

Candía disparó su falconete, tocaron las trompetas y salieron los jinetes. Los caballos causaron pánico a los indígenas vivos, pero caían bajos las mordidas delos muertos,


esos viejos ingas renacidos, acaso venidos de épocas de fundados sus reinos, o de algún infierno. Los ingas muertos estaban podridos, el pavor cubrió a los españoles, ese ejército era invencible. Pizarro busco el anda del Inca, Juan Pizarro cerco al Señor de Chincha y matole, pero el

inca se sabía invencible, no había modo de venceles, pues al ya estar muertos no era posible matarles. Los que llevaban el anda, no le dejaban caer, ignorando sus heridas, y con sus miembros todavía sanos, no dejaban de sostenelle hasta que varios dellos quedaron en pedazos que seguían moviéndose, pero la litera no volcó. Entonces Pizarro ordeno retroceder.

Refugiados de nuevo, Martinillo se acercó al Marqués con el cura y un negro guineo. Lo que entrellos conversaron me enfermó, jamás había oído tales herejías, que de solo oílas creo ya he ganado el infierno.

Jesús es uno destos muertos-renacidos, un zonbi[12], dijo Martinillo. Es nuestro único modo de venceles, dijo el padre. Este negro lo ha confirmado. Es ejército de muertos-vivos del señor Atabalipa, por eso no nos teme y vino desarmado, nunca un quechua ha muerto hasta este día. Pero nosotros tenemos aliado al más poderoso dellos, Cristo, los incas usan masos para destrozar cabezas de los muertos vencidos, así evitan sus enemigos armen sus ejércitos de muertos-vivos también. Romper sus cabezas es el modo de matarles. Nuestro dios es un muerto-vivo a la razón dellos, Jesuscristo, ello garantizará nuestra victoria. Así conjuraron lo que hobiesemos luego de facer.

Valverde fue ido a delante del inca solo con Martinillo. Ante el Inca, le hizo requerimiento formal de abrazar la fede católica: Nuestro señor ha vuelto de los muertos y nos devolverá de nuestras


tumbas[13], quien cree en él no morirá… Dijo y causo esto maravilla del Inca, este entendió que su saber sobre los muertos-vivos no era ya exclusivo del, vio en la cruz un hombre muerto-vivo con los ojos vueltos con horror al cielo ávido de verbo y de carne, sintió el poder de los renacidos en nosotros.

Su reacción fue de sorpresa, por primera vez qeste señor supo podría perder, abrió y revisó el evangelio. Supo que el secreto de los muertos-vivos también era dominado destos hombres venidos del más allá, lo tiró al suelo agobiado.

 —¡Deben irse por bellacos y ladrones; en caso contrario los mataré! ¡Y no los hará regresar su dios muerto! Dijo amenazante. Signo de su debilidad pues las amenazas son el último refugio de los ya derrotados.

Denle en las cabezas dijo Martinillo avisado delos negros, empezó una matanza de horror, es horrible matar vivos mi señor padre, más terrible matar muertos, braxos huesudos despedazados, cráneos llenos de aire o de humores fétidos, escapé desa guerra con las ropas llenas de manos y bocas prendidas con fuerza a sus telas. Unas 4000 personas murieron ese día, el marqués nos ordenó no contar de los indios aliados, para no compartir en la historia el triunfo de la conquista del Perú, el anda del inca cayó, fue capturado, y preso en el Amaru Huasi, el cura ordenó se quemarán todas las momias que traía y las del país, eso hubo de tomar espacio de 7 años primeros siguientes de dicha fecha funesta, pero era el único modo de triunfar sobre destas herejías.

El Inca pidió de no ser quemado así que le ahorcamos con garrote, fue un horror ver su gorputz[14] moverse luego dela muerte. El cura ordenó despedazarle y juntar sus pedazos todavía móviles en una gran olla, luego, una vez ya dueños destas tierras enterraríamos sus partes en diferentes lugares secretos. Así se hiso ese trabajo inútil. Pues olvidamos destruir su cabeza.

Doña Isabel, vuestra nuera, ya es nuevamente preñada de su nieto, nunca he dudado de su amor, pero sus silencios, uso general de su raza, me asustan. Dicen ciertas criadas que visita una momia muerta viva en


las alturas de un secreto apu, al sur de Lima y dicen le lleva carne humana.

En mis hijos, en cuya sangre corre la sangre del inca, y en cuyos ojos, a veces, parece mirarme esa raza vencida, he descubierto una historia del Inca muerto-vivo, cuyo cuerpo yace despedazado en los lugares más remotos destos reinos, dicen su cabeza en el Cuzco crece, sueña y piensa, y questas partes se buscan bajo la tierra, y que cuando terminen de reunirse volverá a suprimirnos, y caerán los cerros sobre Lima, junto a un ejército de renacidos que saldrá de la tierra como gusanos después de una lluvia[15].

 


Rezo por ella y por mis hijos al cadáver vivo en la cruz, para olvidar deste horror, a nuestro Jesús, regresado de la tumba, igual como destos hombres que narré.

 

Nuestro Señor os haya en su guarda. Limaq, Ciudad de los Reyes, Perú, 1540.

 

 

* Este cuento apareció por primera vez en 2021 en el libro HIZTORIA DEL PERÚ. Compendio de veinte mil años de guerra Z. Pandemonium Editorial.

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[1] Esta carta trata de los recuerdos de un soldado español recordando un hecho crucial de la conquista del Perú, la toma del inca en Cajamarca en 1532, el texto nunca llegó a su destino, fue retenida por los padres dominicianos, finalmente catalogada en la biblioteca de Lima, Perú.

[2] Fé, al parecer palabra de euskera medieval, por lo que los historiadores creen fue enviada a la antigua Vasconia.

[3] Una vez más parece referirse al pueblo vizcaíno.

[4] Pizarro.

[5] Fecha que da inicio a la conquista del Perú.

[6] Ataw Wuallpa o Atahualpa.

[7] Colon.

[8] Al parecer en época de Magallanes se decía Perú de todo lo que estaba al sur de Panamá.

[9] 15 de noviembre de 1532

[10] Negros, en euskera nuevamente.

[11] Misa, otra palabra en euskera.

[12] Zombi: retornado (el que ha regresado de la muerte) en Kikongo, Bonda, área del Congo, Angola. Fúmbi: espíritu en Yoruba. Nvumbi, cuerpo sin alma en angoles. Nzambi, espíritu de una persona muerta en el Kongo Belga y más notablemente: Zan bii, traducción de “El coco” usado para asustar a los niños en Ewe, Mina     Ghana, Togo, Benín.

              

[13] “Cristo, nuestro redentor, rescibió muerte, pasion; y después de muerto, resuscitó glorificado”. Agustín de Zárate. (1555). Historia del descubrimiento y conquista de la provincia del Perú.

[14] Cuerpo.

[15] Al parecer primera referencia al mito de Inkarri. En el mito Españarri martirizó y dio muerte a Inkarri, y dispersó sus miembros por los cuatro lados que conformaron el Tahuantinsuyo y enterró su cabeza en el Cusco. Sin embargo, esta cabeza está viva y está regenerando en secreto el cuerpo de Inkarri, y cuando se reconstituya, Inkarri volverá, derrotará a los españoles y restaurará el Tahuantinsuyo y el orden del mundo quebrado por la invasión española.

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